jueves, 19 de diciembre de 2013

Cómo nos venden la moto




De aquella carrera llamada Publicidad y Relaciones Públicas que duraba 5 años y que servía sobretodo para ser la mejor jugando al Trivial, recuerdo uno de los miles de libros que tuve que leerme y que me viene estupendamente para dar título a esta entrada. El nombre, cuanto menos, curioso: "Cómo nos venden la moto", del omnipresente Noam Chomsky. Quienes hayáis pisado una facultad de Ciencias de la Información, seguro que sabéis quien es el señor Chomsky. 

Todo este rollo del nombre de la entrada no tiene nada que ver con el libro en cuestión, sino con esto de la maternidad, ante la cual tengo la sensación de que nos venden la moto de manera flagrante y sin ningún tipo de pudor. Ahora parece que ser madre (y padre) es un acontecimiento interplanetario y que requiere tanto una preparación específica y exhaustiva como unas cualidades sobrenaturales.


La maternidad es el milagro de la vida por antonomasia, lo más especial que le puede pasar al ser humano, pero justo por eso, porque es la vida misma, tiene que ser algo natural. Y creo que eso es lo que se ha perdido hoy en día. Que si libros sobre cómo afrontar el embarazo, el parto, la crianza, dormir al bebé, la lactancia, el colecho...En fin, que ser madre se convierte en la Odisea en el Espacio, pero sin Kubrick dirigiendo detrás de la cámara. Me disculpan, pero si fuera taaan complicado, la humanidad se habría extinguido hace muuuucho tiempo. En absoluto le estoy restando importancia a la tarea de cuidar y criar a los hijos, que para mí es la representación de LA RESPONSABILIDAD.  Pero creo que en la época del marketing, vender por vender se nos está yendo de las manos, y la maternidad ha entrado en ese saco de "cosas vendibles". Como si a las mujeres no nos estuvieran vendiendo motos todo el día con eso de ser "superwomans" atractivas, bien vestidas, compradoras, profesionales, exitosas, activas... y cuando aparece la maternidad en escena, perfectas madres, y esposas si procede.

A estas alturas, tendría que tener todo preparado para dar la bienvenida al nuevo miembro de la familia. Pero no. O sí. Lo cierto es que soy una premamá cero "como se supone que tiene que ser una premamá". Es decir, no me he vuelto loca decorando la habitación, ni he probado mil carritos hasta encontrar "el mío", ni he comprado cientos de cosas que no sé ni para qué se usarán...ni siquiera me he leído un solo libro sobre crianza. Intento ser una persona lo más práctica posible, que ya me complico la vida yo solita.

Por eso confío en que el sentido común (que ya sabemos que es el menos común de los sentidos), y sobre todo el de mi marido, nos guíe a la hora de enfrentarnos a esto de ser padres. El sentido común y mi madre y mi suegra, por supuesto.
Lo conseguiremos :-)

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