lunes, 10 de enero de 2011

Érase un macaron

Las navidades son estupendas...
...pero menos mal que se han acabado ya.


El otro día hablaba con mi amiga Maite (¡un beso enorme!) y me comentaba que en Milán, al lado de donde trabaja, habían abierto una tienda Ladurée. El tema surgió a raíz de la fiebre macarronil  (de macaron, no de macarra, aunque seguro que era muucho más divertido el tema) que hay por la bloguesfera. La inauguración, me decía, no es lo curioso, sino las interminables colas que se formaban a las puertas. El inexplicable fenómeno de los macarons. Mi amiga me contaba que la gente "moría" por los pastelitos y por sus cajitas, al módico precio de 16 euros.
Y con esta conversación recordé mi primera experiencia con tamaño objeto de culto.


Lo confieso: Me llamo Cristina y he comido macarons.


Supe de estos "manjares" hace años (algunos, no demasiados),  en los avatares de enviar un press kit que fuera ideal no, lo siguiente; original, no, lo siguiente; diferente no, lo siguiente; impactante no, lo siguiente. Tenía que ser el PRESS KIT. El producto, alguno de una marca de lujo. Y para  el lanzamiento de una "gran" novedad, había que ser eso: lo más de lo más. ¿Qué se podía hacer?...ideas, brainstorming, proposiciones, opciones...
"No, eso ya se ha hecho", "No, eso no es lujo", "No, eso no es diferente", "No, eso no"...
Hasta que se llegó a la solución ideal: a alguien se le ocurrió la brillantísima idea (en estos casos, al que se le ocurren estas cosas suele ser igual de brillante) de que el envío se haría en una caja preciosa, con el dossier de prensa, y, tachán tachán...MACARONS.
Una idea GENIAL a todas luces. Lo más de lo más, el chic francés, la sofisticación, el lujo, lo exclusivo...todos estos atributos condensados en un macaron
Como ya he dicho, una idea genial enviar macarons. Pero no cualquier macaron, no señor. Macarons de Ladurée. Vamos, que había que traerlos de París. Aclaro que la oficina no estaba en París, sino en territorio nacional. Opcion A: que nos los los enviaran desde París de la France. La opción A no pudo ser porque "comida" no se podía enviar por mensajería (hay que ver qué rancios los mensajeros, interponerse en tamaña empresa). Este revés en la operación provocó ansiedades, estreses y desmayos. Los macarons no llegarían, el press kit no se enviaría y el mundo se acabaría irremediablemente. Se convocó un gabinete de crisis para solucionar dicha situación límite.


Macarons 001
Foto: Keven Law


Opción B: que "alguien" fuera a por ellos. Recuerdo y remarco que los macarons estaban en Ladurée, París, no en el Mercadona de la esquina. "Ir a París a por macarons". No me digáis que no es el colmo del lujo. Hay quien se va de compras a Londres o Nueva York. Aviso a navegantes: eso está totalmente pasado de moda (out que se dice en el fashion world). 
El "nuevo negro" es ir a París a comprar macarons.

Os desvelo el desenlace de la historia. Finalmente los macarons llegaron (desconozco cómo fue, en este punto tengo una laguna mental, la presión pudo conmigo) y los press kits se enviaron según lo establecido. La operación fue un éxito pues el mundo no se acabó.

Que la realidad supera la ficción, es totalmente cierto.
Y en este caso, el fin de la historia sería "... y comieron macarons."

En defensa de los macarons, tengo que decir que sí, que son monos (todo lo mono que puede ser un pastelico) y no están malos.
Pero sin ninguna duda, prefiero los paparajotes a los macarons.
Mucho más deliciosos y sin lugar a dudas, mucho más exclusivos :-)
Al fin y al cabo, eso es el lujo, ¿no?


Yo es que soy una rara, pero cuando algo se "masifica", como que no :-)


Bss!!!

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