domingo, 13 de mayo de 2012

Confesiones de una emprendedora

Acabo de autonombrarme emprendedora. Una abre una tienda y ya se cree alguien. Las cabezas no están bien, como se dice por aquí.
De un tiempo a esta parte, leer el periódico, ver el telediario o intentar estar mínimamente al corriente de lo que ocurre en el país, es un pase directo a la pesadumbre, el desaliento y al desánimo. A mí que me encanta estar enterada de lo que ocurre a mi alrededor, reconozco que hasta lo paso mal.
Aclararé, aunque no tenga nada que ver con lo que quiero terminar diciendo, que con el paso de los años he optado por eliminar de mi vida las cosas (y personas también) que no me aportan nada, no me hacen ser mejor persona o simplemente, me desagradan. No hablo de desentenderse de los problemas y no afrontarlos, hablo de valorar las cosas y priorizar las que tienen peso en tu vida y pueden hacerla más plena, más de verdad. El resto, fuera. Puede ser un planteamiento muy radical, pero a veces lo soy.
Mientras el mundo el día menos pensado se pone a girar al revés, me dedico a coser tocados. Con hilo y aguja. Porque lo de la línea recta como medio más rápido y corto de recorrer la distancia entre dos puntos, a mí no me va. Porque prefiero desollarme los dedos y lucir una manicura de lo menos atractiva, cosiendo puntada a puntada cada tocado, que enchufar la pistola de silicona y unir sinamays y flores a golpe de disparo. Más fácil, mucho más. Pero nada "atelier de cristina", sin duda.
Esta ley del mínimo esfuerzo y del low cost, me da en la nariz que es fruto de los tiempos estos crisísticos (lo que me gusta inventarme palabros, no me lo tomen en serio, señores de la RAE). Crisis económica y de pensamiento, esta última, mucho más importante y peor que la de los dineros. Porque la miseria monetaria no puede dejarnos en miseria intelectual y espiritual. Que si paro, que si el euro, que si Europa, que si los recortes, que si él IVA en un barco, que si más recortes, que si rescates, que si millones, que si billones... En fin, según lo escribo me estoy casi deprimiendo.
Y yo, cosiendo tocados.
Como dicen en mis adoradas películas: Continuará...



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